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Practicar la asertividad:
Aunque parezca mentira, la RAE tiene definiciones para palabras teóricamente temporales como "mileurista" y "okupa" y para otras como por ejemplo... ¡papichulo!, pero no para la palabra "asertividad". Desde aquí hago un ruego a la RAE para que se acuerden de esta palabra, pues define la que es una conducta necesaria y fundamental en las personas.
Podemos definir la asertividad como la capacidad para comunicarnos con las personas
con las que nos rodeamos, defendiendo nuestros intereses y mostrando nuestra opinión
sin miedo a represalias o a sentirnos culpables por expresarla, pero sin la intención de
insultar al otro y sin crear en él sentimientos de miedo u hostilidad. Respetando siempre
los derechos del otro.
La asertividad es un signo de madurez comunicativa. Con ella conseguiremos
comunicarnos sin agredir a nuestro interlocutor, pero tampoco sin quedar sometido
a su voluntad.
La asertividad podríamos situarla en un punto intermedio entre la pasividad y la
agresividad.
Vivimos rodeados por personas con las que es inevitable relacionarse en ciertas ocasiones, en el trabajo, en el supermercado... En estas relaciones, muchas veces no nos sentiremos a gusto con el trato que estamos recibiendo, y de nosotros depende el tener asertividad para transmitir esa insatisfacción, o callarnos y más tarde frustrarnos al darnos cuenta de que tendríamos que haber dicho algo.
La falta de asertividad solo crea frustración, resignación y remordimientos, que degeneran en ira y odio.
Aunque si bien es cierto que el nivel de asertividad en cada persona va muy ligado a su personalidad (hay personas asertivas por naturaleza), es algo que se puede entrenar para ponerlo en práctica en nuestra vida diaria, y estad seguros que os sentiréis mucho mejor, os servirá para crecer como personas y mejoraréis en el ámbito profesional.